Existe una gran pasión por el toreo o por el fútbol, y en ambas existe una cantidad ingente de seguidores que acuden a un corrida o a algún partido dependiendo de quién actúe en el mismo.

En el toreo los nombres de Curro Romero, José María Manzanares (padre), Paco Camino o Sebastián Palomo Linares, hace años, o los Sebastián Castella, Enrique Ponce, José Mari Manzanares (hijo), Roca Rey o José Tomás ahora, han sido capaces de contar con infinidad de seguidores, los cuales les han seguido por medio mundo en pos de ver una gran tarde, con dos orejas y rabo, con vuelta a la plaza y salida a hombros, y todos aquellos parabienes posibles.

Si hablamos de fútbol, tres cuartas partes de los mismo. Los duelos Barça y Madrid hace que muchos seguidores de ambos clubes no escatimen un solo euro en pro ver a sus ídolos corriendo detrás de un balón. Duelos regionales que se han multiplicado desde hace varias décadas, y ahora no hay duelo entre equipos de la misma ciudad, o de la misma Comunidad, que no se convierta en partido de relevancia.

Pues una situación parecida sucede desde hace unos años en el mundo de la gastronomía; algo impensable, pues la relación entre el apasionamiento gastronómico y el viaje, es un concepto relativamente joven.

Ahora es natural  que cuando preparamos la maleta, incluyamos en ella un itinerario de restaurantes, bodegas y establecimientos que sin duda nos harán disfrutar mucho más del viaje, y recordarlo por siempre.

Y una de estos restaurantes que no me canso de visitar es el Asador Alameda en Fuenmayor a escasos 10 km de Logroño.

En esta localidad, al igual que otras muchas riojanas encontramos muchas bodegas, entre ellas una de mis preferidas; Bodegas Lan.

Pero además de mi pasión por el vino, en Fuenmayor encontramos unos de los mejores restaurantes españoles de producto: el Asador Alameda.

Esther Álvarez y su marido Tomás Fernández son los responsables de este establecimiento que debería tener una mayor consideración en todas las guías, no solo nacionales, sino internacionales.

Con humildad, honestidad todos los días abren sus puertas a los que hacen peregrinación con el convencimiento, de que van a comer de maravilla. En mi última visita, era el rockero Loquillo quien se sentaba en una de sus mesas, sin duda animado por la gran popularidad que desde hace años acapara el restaurante.

Las brasas son el principal aval de la casa, pero no debemos olvidarnos de Esther y la suculencia de sus platos, de sus guisos que son muchos, y muy buenos.

Empezando por esas croquetas de jamón que merecen un OLÉ de los prolongados. Una croqueta firme en el revestimiento pero que explota en la boca al primer mordisco, inundando el paladar de los matices lácteos, cremosos que se juntan con  los aromáticos y grasos que difunden el ibérico.

Ahora que estamos en temporada, qué mejor que unas alcachofas, o unos espárragos recién cocidos y servidos tibios cómo mandan los cánones. Dos verduras de temporada que merecen un podium de sabor y textura, y premio sin duda para el paladar, a veces desconocedor de semejantes manjares.

Para finalizar la primera parte del menú un lomo de salmonete sobre un jugo de soja delicado y sabroso, acompañado de un sutil y cremoso guacamole. Un punto soberbio el del lomo, demostrando que Esther (nosotros ya lo sabemos) es una consumada cocinera.

Su bodega es completa, y por supuesto rellena de grandes vinos riojanos a un precio muy asequible.

En esta ocasión me decanto por un Crianza 2015 de Luis Alegre, una bodega que conozco y cuyos vinos me llevan tiempo enamorando.

En el momento llega la chuleta: un kilo aproximadamente de lomo alto (el más apreciado) que Tomás ha cortado separando el hueso y la grasa que le rodea, demostrando la gran destreza que posee en la parrilla, pues en el corte de los trozos, se ve a la perfección los distintos tonos que nos ofrece el punto ideal de la carne.

El centro debe de ser sonrosado, mientras que la superficie esta más hecha, una cuestión que los jugos propio de la carne, queden en su interior, facilitando la jugosidad en cada bocado, demostrándonos que nuestro querido Tomás es uno de los mejores parrilleros (para mi el mejor) del país.

La chuleta es vaca vieja de 5 años, con una maduración de 30 días que aporta un gran sabor a fresco, a ternura, ofreciéndonos una terneza (la facilidad de morder y deshacer) firme y muy sabrosa. La carne que llega de Bandeira (Pontevedra) y se la suministra Luismi Garayar, uno de los asentadores más serios de la península.

Pero la ascuas del Alameda no solo se alimentan de estas chuletas. Rodaballos, besugos, merluzas o lenguados son invitados a diario a estas ascuas alimentadas por carbón vegetal.

Si les gusta la casquería, no se pueden perder sus callos y morros, o las patitas de cabrito a la riojana. Por encargo pueden disfrutar de un magnífico cabrito o de un cochinillo.

El postre nos espera, una tarta de queso reluciente llega a la mesa. Toques lácteos y ligeramente ahumados son las notas que percibimos, que unido a la delicada cremosidad, es un broche inolvidable para una comida sublime.

En mi última visita, también nos encontramos con Alicio Garro, propietario junto a su hermano Juantxo de Ibai (C/ Getaria, 15) Un restaurante en San Sebastián que también merece una visita gracias a el extraordinario género que llega a sus vitrinas.

Cómo anécdota, Esther es una gran amante de las trufas dura (cobertura) que nos ofrecen nuestra querida Teresa Ricart Martínez; Trufas Martínez. Conocedor de su pasión, en todos mis viajes voy pertrechado de una caja de sus trufas preferidas.

Asador Alameda. Plaza Félix de Azpilicueta, 1. Fuenmayor (La Rioja).

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